
Esta es una cuestión en la que, como todos ustedes saben, he trabajado intensamente durante mi tiempo como Secretario de Estado por una sencilla razón: porque la solución de dos Estados es la manera de lograr una paz justa y duradera entre israelíes y palestinos. Es la única manera de asegurar el futuro de Israel como estado judío y democrático, de vivir en paz y con seguridad con sus vecinos. Es la única manera de asegurar un futuro de libertad y dignidad para el pueblo palestino. Y es una forma importante de promover los intereses de Estados Unidos en la región. El voto en las Naciones Unidas fue acerca de preservar la solución de dos estados. Eso es lo que estábamos defendiendo: el futuro de Israel como estado judío y democrático, de vivir lado a lado en paz y con seguridad con sus vecinos. Eso es lo que estamos tratando de preservar, por nuestro bien y por el de ellos.
Ningún gobierno estadounidense ha hecho más por la seguridad de Israel que el de Barack Obama. El primer ministro israelí ha señalado nuestra cooperación militar y de inteligencia, y cito: “sin precedentes”.
Una y otra vez hemos demostrado que apoyamos a Israel. Nos hemos opuesto firmemente a los boicots, las campañas de desinversión y las sanciones dirigidas contra Israel en los foros internacionales, siempre que se atacó su legitimidad, y hemos luchado por su inclusión en todo el sistema de las Naciones Unidas. En medio de nuestra propia crisis financiera y déficit presupuestario, hemos incrementado repetidamente el financiamiento para apoyar a Israel. De hecho, más de la mitad de todo nuestro financiamiento militar extranjero se destina a Israel. Y este otoño, concluimos un histórico memorando de entendimiento de $38.000 millones que supera cualquier paquete de asistencia militar que Estados Unidos haya proporcionado a cualquier país en cualquier momento y que será invertido en misiles de defensa de vanguardia y sostendrá la ventaja militar cualitativa de Israel en los años venideros.
La verdad es que las tendencias sobre el terreno –la violencia, el terrorismo, la expansión de los asentamientos y la aparentemente interminable ocupación– se están combinando para destruir las esperanzas de paz de ambos lados y cimentar cada vez más una realidad irreversible de un solo estado que la mayoría de la gente realmente no quiere.
Hoy en día, hay un número similar de judíos y palestinos que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Tienen una elección. Pueden elegir vivir juntos en un solo estado, o pueden separarse en dos estados. Pero existe una realidad fundamental: si la elección es un solo estado, Israel puede ser judío o democrático –no puede ser ambos– y nunca estará realmente en paz. Además, los palestinos nunca podrán realizar plenamente su gran potencial en una patria propia con una solución de un solo estado.
Tras décadas de conflicto, muchos ya no ven al otro lado como personas, solo como amenazas y enemigos. Ambos lados continúan impulsando una narrativa que juega con los temores de la gente y refuerza los peores estereotipos en lugar de trabajar para cambiar las percepciones y aumentar la creencia en la posibilidad de paz.
Y la verdad es que la polarización extraordinaria en este conflicto se extiende más allá de israelíes y palestinos. Los aliados de ambas partes se contentan con reforzar esto con una mentalidad de nosotros o: “estás con nosotros o contra nosotros” donde con demasiada frecuencia alguien que cuestiona las acciones palestinas es un apologista de la ocupación y cualquiera que no esté de acuerdo con la política israelí se considera anti-Israel o incluso antisemita.
Esta decisión crítica sobre el futuro –un estado o dos estados– se está tomando efectivamente sobre el terreno todos los días, a pesar de la opinión expresada por la mayoría de la gente.
(Continúa)
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