Discurso de la embajadora Meehan en recepción del 4 de julio

(Como fue preparado para su lectura)

¡Muy buenas tardes y gracias por estar aquí hoy con nosotros! En esta celebración de los 247 años de los Estados Unidos y el bicentenario de las relaciones de Chile y Estados Unidos, los quiero invitar a que me acompañen en un breve viaje al pasado, a doscientos años atrás, cuando nuestras relaciones oficiales comenzaban.

El año 1823 era un tiempo complicado. Las cosas estaban cambiando de manera dramática a lo largo de todo este hemisferio. Estados Unidos era aún un país joven, que finalmente lograba consolidar su posición como país independiente tras superar dos guerras contra los británicos, la guerra revolucionaria de 1776 y la de 1812, cuando los británicos quemaron la Casa Blanca. Las 13 colonias originales se transformaron en 24 estados, siendo Missouri el último en integrarse a la Unión. Aún faltaban cuatro décadas para nuestra propia Guerra Civil y los dos millones de kilómetros cuadrados de territorio al oeste de Missouri eran en su mayoría tierras sin colonizar, compradas a Francia durante la Compra de Louisiana. El territorio al oeste de esa zona pertenecía en su mayor parte a México.

Mientras tanto, gran parte de América Latina se había independizado recientemente de España. Chile había declarado su independencia 13 años antes y también buscaba su posición como nación independiente. En 1823, Bernardo O’Higgins dejaba el cargo de Director Supremo para viajar a Perú, donde apoyó a Simón Bolívar en la liberación peruana de España.

Chiloé estaba aún en poder de los españoles y lo seguiría estando por otros tres años, y Chile buscaba de qué manera estructurar mejor su Constitución y su gobierno. En 1823, el principal producto de exportación de Chile era el trigo. Se había descubierto plata en Atacama hace no mucho y poco después se descubriría en La Serena, impulsando un boom económico que llevaría a Chile a convertirse en uno de los países más ricos de América del Sur. El litio aún estaba lejos de obtener fama internacional… como medicamento psiquiátrico.

Luego de que Estados Unidos terminara de expulsar a los británicos y su té, volcó su atención en estrechar sus lazos con nuestros vecinos bebedores de café. El 20 de enero de 1823, nuestro quinto presidente, James Monroe, nombró a Heman Allen, de Vermont, al cargo de Ministro Plenipotenciario para Chile. Una semana después, el 27 de enero de 1823, su nombramiento fue aprobado por el Congreso y esa es la fecha en la que conmemoramos el inicio de las relaciones oficiales con Chile.

Como todos sabemos, por supuesto, nuestros dos países enmendaron sus relaciones con sus colonizadores extranjeros hace mucho tiempo y hoy el Reino Unido y España se cuentan entre nuestros amigos y aliados más cercanos.

También debemos reconocer que, aunque los estadounidenses seguimos siendo mayormente consumidores de café, siempre disfrutamos tomarnos una buena taza de té Earl Grey con nuestros queridos amigos británicos… Y, claro, mientras nos ponemos al día con el episodio de la serie The Diplomat.

Para Estados Unidos y Chile, el 27 de enero de 1823 marca el inicio de una relación muy especial. Una que ha perdurado en el tiempo, superando sus propias pruebas y tribulaciones, pero que de manera firme se fue haciendo cada vez más fuerte, forjando un entendimiento profundo y mutuo entre nuestros pueblos, contribuyendo a innumerables logros que han hecho posible la construcción de un futuro mejor para nuestros pueblos y para el mundo.

En 1834, el embajador de Estados Unidos en Chile, John Hamm, y Andrés Bello firmaron la Convención de Paz, Amistad, Comercio y Navegación que, entre otras cosas, establecía la “paz firme e inviolable y una sincera amistad entre Estados Unidos de América y la República de Chile”.

En 1849, el oficial de la Marina de los Estados Unidos James Gilliss inauguró un observatorio astronómico en el Cerro Santa Lucia, el cual pasaría a ser el primero de Chile.

En 1851, el empresario estadounidense William Wheelwright construyó el primer ferrocarril de toda Sudamérica: de Caldera a Copiapó.

En 1865, el oficial naval chileno-estadounidense Felipe Bazán fue el primer latino en recibir la Medalla de Honor de los Estados Unidos por su heroísmo en la Guerra Civil estadounidense.

En 1903, el minero estadounidense William Braden abrió la mina de cobre El Teniente, que hasta hoy es la mayor mina subterránea de cobre del mundo.

En 1938, se inauguró en Santiago el Instituto Chileno Norteamericano, el primero de lo que con el tiempo se convertiría en una red de 14 Espacios Norteamericanos –los American Spaces– que se extienden desde Arica a Punta Arenas.

En 1955, se estableció la Comisión Fulbright Chile-Estados Unidos, que es la más antigua de América Latina y que desde entonces ha entregado becas Fulbright a más de 3 mil chilenos y 1.700  ciudadanos estadounidenses para realizar estudios, investigación y enseñar en ambos países.

En 1961, la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía (AURA) y la National Science Foundation, junto a la Universidad de Chile inauguraron el observatorio de Cerro Tololo.

En 1969, el Instituto Carnegie inauguró el Observatorio Las Campanas, futura sede del Telescopio Gigante Magallanes, que pasará a ser el mayor telescopio óptico del mundo una vez terminado.

En 1980, la compañía Foote Minerals comenzó la extracción de litio en Chile como parte de la Sociedad Chilena del Litio.

En 1992, el filántropo estadounidense Douglas Tompkins fundó Tompkins Conservation, que se ha dedicado a proteger las tierras de la Patagonia desde entonces.

En 2003, Estados Unidos y Chile firmaron el Tratado de Libre Comercio, el primero entre Estados Unidos y un país sudamericano.

En 2010, la NASA contribuyó al rescate de 33 mineros que llevaban 69 días atrapados en la mina San José.

En 2013, el Observatorio Radioastronómico Nacional de Estados Unidos lideró un consorcio internacional en colaboración con Chile para construir ALMA, que sigue siendo el mayor radiotelescopio del mundo.

En 2014, Chile se unió al programa Visa Waiver, transformándose en uno de los pocos 38 países (ahora 40) que lo integran.

En 2014, el personaje del chileno-estadounidense favorito en el mundo – todos saben que me refiero a Pedro Pascal…–murió luego de que La Montaña le arrancara los ojos en Game of Thrones. Pero esa muerte prematura no detendría el meteórico ascenso de Pedro como uno de los actores más famosos de la televisión, como el Mandalorian y Joel, en The Last of Us, dos personajes que siguen muy vivos a pesar de enfrentarse constantemente a probabilidades casi imposibles.

Un poco más tarde, ese mismo año, el presidente Obama concedió la Medalla Presidencial de la Libertad a quien ocupa el sitial de ser la primera chilena-estadounidense favorita del mundo. Todos saben que me refiero a Isabel Allende, quien recibió esa medalla por su trayectoria como la escritora en lengua española más leída del planeta.

En 2016, la embajadora Carol Pérez fue confirmada como la primera mujer embajadora de Estados Unidos en Chile.

A principios de este año, el 27 de enero de 2023, celebramos el aniversario de los 200 años de nuestra relación.

Y, el 22 de junio recién pasado, el Senado de los Estados Unidos aprobó el Tratado de Doble Tributación con Chile. Este tratado ofrece la posibilidad de que aumente la inversión de Estados Unidos en Chile y también nuestra asociación.

Es increíble lo mucho que hemos logrado y lo lejos que hemos llegado, e imaginar lo que podemos lograr en los próximos 200 años. Todo esto ha sido posible gracias a las asociaciones que nuestros países y nuestros pueblos han construido a lo largo de los dos últimos siglos entre científicos, académicos, instituciones, empresarios y gobiernos. Todos quienes están aquí en este salón representan los cimientos de nuestra asociación hoy. Todos y cada uno de ustedes han contribuido a importantes logros en la historia reciente de esta relación duradera y continuarán haciéndola fructífera y exitosa en el próximo siglo. Ustedes son parte de esta ilustre historia de 200 años y cuando digo “Socios para un futuro mejor”, me refiero a ustedes. Les estoy profundamente agradecida por todo lo que hacen para que este lema sea una realidad.

Tengo dos cosas más que agregar antes de volver a la fiesta. Primero, quiero agradecer a los auspiciadores que hicieron posible esta celebración y las diversas celebraciones del bicentenario a lo largo de este año. Sin el muy generoso aporte de tantas empresas estadounidenses y chilenas y de tantas personas, no estaríamos aquí hoy. De modo que muchas gracias por ser parte de esta asociación estadounidense-chilena.

Y, finalmente, ustedes ya conocen nuestro logo y el lema del bicentenario. El logo no fue diseñado por la embajada, sino que fue la propuesta ganadora de un concurso que organizó la embajada en 2022. Este logo, que ahora se ha vuelto omnipresente en todo lo que hacemos, fue diseñado por la chilena Vanessa Abarzúa. Vanessa te invito a subir al escenario.

Muchas gracias por estar aquí con nosotros para celebrar nuestro Día de la Independencia y por ser nuestros socios para un futuro mejor.  ¡Y ahora a disfrutar de esta fiesta!