Embajadora Meehan participa en el aniversario de los 20 años del Tratado de Libre Comercio entre Chile y los EE.UU.

El 6 de junio, la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham) realizó una cena para celebrar los 20 años de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos, que contó con participación de la embajadora de los EE.UU. en Chile, Bernadette Meehan.

Palabras de la Embajadora Bernadette Meehan en el aniversario de los 20 años del Tratado de Libre Comercio entre Chile y los Estados Unidos 

 Amcham  

Junio 6, 2023  

 Buenas tardes a todos.  

 Es un placer estar con ustedes esta noche para celebrar no uno, sino dos aniversarios. Dos aniversarios separados por ciento ochenta años, pero que están profundamente conectados tanto en su significado como por su impacto en nuestros dos grandes países, como también para América Latina e incluso para el mundo. 

Me refiero al aniversario de los 200 años de la relación entre Estados Unidos y Chile, así como al vigésimo aniversario de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Chile. 

Gracias a Sergio y AmCham por organizar este maravilloso evento. ¡Qué bueno ver a tantos amigos y socios en la audiencia esta noche! También me gustaría extender un agradecimiento especial a los funcionarios y legisladores del gobierno chileno que nos acompañan esta noche. 

Comencemos por el principio. La relación entre Estados Unidos y Chile existe desde hace 200 años. Reflexionemos sobre eso por un momento. ¡Qué logro tan extraordinario es eso! Nuestros dos grandes países establecieron relaciones en 1823… ¡1823! Estados Unidos solo había existido durante 47 años; nuestro quinto presidente, James Monroe, dirigía el país; Missouri se había convertido recientemente en el estado número 24 en incorporarse a la Unión; Texas aún no era parte de los Estados Unidos; carecíamos de electricidad y de cualquier forma de comunicación por radio y la guerra civil de Estados Unidos todavía estaba a cuatro décadas de distancia. 

En 1823, Chile había sido un país independiente por sólo 13 años. Su constitución de 1823 abolió la esclavitud, mucho antes que gran parte del resto de la región. La principal exportación de Chile era el trigo, aunque recientemente se había descubierto plata en Atacama y estaba a punto de descubrirse en La Serena, lo que provocó un auge económico en la década de 1830 que impulsaría a Chile a convertirse en uno de los países más ricos de América del Sur. El litio todavía estaba a años de su fama mundial… como medicamento psiquiátrico. 

Estos hechos ayudan a poner en contexto el increíble camino de esta relación. Hemos resistido y prosperado durante un período extraordinario en la historia del mundo: guerras civiles, guerras mundiales, guerras frías y depresiones económicas globales, así como grandes oportunidades: electrificación, transporte, industrialización, globalización y, por supuesto, la revolución de la información. Esperemos que todos sobrevivamos la revolución de la Inteligencia Artificial y los robots. Escuché que ya vienen. 

Moviéndonos más cerca al presente. Hoy, hace veinte años, en un cálido y templado día de verano en Miami, el Representante de Comercio de los Estados Unidos, Robert Zoellick, y la ministra de Relaciones Exteriores de Chile, Soledad Alvear, se reunieron en el gran Museo y Jardines de Vizcaya para firmar el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y Chile – el primero entre Estados Unidos y un país sudamericano. 

Mientras reflexionamos sobre estos dos aniversarios, debemos pensar en el futuro y prepararnos para los próximos 200 años. Nuestros dos países deben estar preparados para los cambios en la economía global y en la geopolítica que influirán en nuestra relación. Como ha dicho el presidente Biden, “el mundo se encuentra en un punto de inflexión”. Estamos en las primeras etapas de una década decisiva. 

La economía mundial está cambiando, ya que los cambios en los suministros se reconfiguraron después del COVID, los mercados financieros siguen tensos y la crisis climática se acelera. La invasión rusa a Ucrania en 2022 nos ha afectado a todos, directa e indirectamente. 

La magnitud y la velocidad de los desafíos transnacionales – cambio climático, narcotráfico, crimen organizado, migración- solo se están intensificando.  

¿Qué significa todo esto para Estados Unidos y Chile? En primer lugar, significa consolidar nuestras ganancias y afirmarlas a medida que enfrentamos los desafíos que tenemos por delante. 

El comercio bilateral de bienes y servicios se ha más que cuadruplicado desde que firmamos el TLC, y es la piedra angular de nuestra excelente y expansiva relación comercial de casi $50 mil millones de dólares. Estados Unidos es la principal fuente de inversión extranjera directa de Chile. En 2003, la Inversión Extranjera Directa de los Estados Unidos en Chile fue de 6.400 millones de dólares. En 2022, fue de $ 27,4 mil millones, una clara muestra del impacto positivo del TLC. Y Estados Unidos es ahora el destino de exportación número uno para las PYMES de Chile. Además, Chile se encuentra entre las 15 principales fuentes de Inversión Extranjera Directa de más rápido crecimiento en los Estados Unidos. 

Estos son logros sobresalientes en solo dos décadas. Y estos logros capturan no solo los intereses económicos compartidos en el corazón de nuestra relación, sino también los valores y ambiciones compartidos que nos alientan a todos aquí hoy. Es decir, nuestra relación comercial es mucho más que números. 

Las empresas estadounidenses no son propiedad del estado ni están influenciadas por el Estado. Tienen la libertad de tomar decisiones de inversión utilizando sus conocimientos y experiencia para seguir las demandas del mercado, están comprometidas con los más altos estándares de protección ambiental y laboral e integran altos estándares técnicos y de ciberseguridad en las licitaciones. 

La relación complementaria entre un sector privado libre y transparente y la democracia es una defensa natural contra las políticas económicas coercitivas que socavan la transparencia y los derechos humanos, degradan los estándares técnicos y la calidad de los productos, desestabilizan las instituciones y, en última instancia, erosionan la prosperidad. 

Las empresas estadounidenses agregan valor y tienen un efecto multiplicador al crear buenos empleos para los chilenos, transfiriendo tecnología y habilidades de manera responsable y estimulando la innovación. Contribuyen a sus comunidades locales a través de programas de responsabilidad social empresarial. 

Siempre me impresiona el ingenio que muestra el sector privado de Estados Unidos a medida que las empresas trabajan para enfrentar los desafíos de la sociedad moderna. Las empresas de los sectores de energía, minería y tecnología de los Estados Unidos están implementando técnicas de vanguardia para extraer litio de manera más responsable, producir cobre más limpio y generar energía verde para alimentar al mundo. Confío en que a medida que Chile continúe brindando un entorno competitivo, transparente y justo, las empresas estadounidenses seguirán buscando oportunidades en Chile. 

También he visto de primera mano lo bien preparadas que están las empresas chilenas para invertir en Estados Unidos. El mes pasado, encabecé la delegación más grande de inversionistas chilenos en la Cumbre de Inversiones SelectUSA en Washington, DC. Los delegados entendieron que tener éxito en la economía más grande del mundo trae prosperidad y progreso económico en Chile. 

A partir de 2021, las empresas chilenas ya invirtieron más de $4 mil millones de dólares en Estados Unidos.  Pero lo que es realmente notable es que algunas de las empresas chilenas que invierten en los Estados Unidos están realizando exportaciones a otros mercados, un beneficio mutuo para ambas economías. 

Ahora necesitamos seguir innovando en nuestra relación económica. Una de mis principales prioridades es asegurar la ratificación del Tratado Tributario Bilateral por parte del Senado de los Estados Unidos.  Gracias al apoyo de AmCham y a muchos de ustedes, estamos ahora más cerca. Y esta noche, me vuelvo a comprometer con todos ustedes a trabajar juntos para lograrlo.  

También me comprometo a continuar trabajando con Chile para crear climas de negocios en ambos países que ofrezcan las condiciones ideales para que prospere la Inversión Extranjera Directa, trayendo consigo los recursos y el capital para hacer crecer nuestros sectores privados y mejorar las vidas de nuestra gente. Nuestro gran desafío es equilibrar esta demanda con el compromiso, compartido por los presidentes Biden y Boric, de promover un crecimiento económico inclusivo y accesible. 

El TLC también ha sido una herramienta para que nuestras naciones trabajen juntas en la lucha contra el cambio climático. Cuando se negoció el TLC a principios de la década de 2000, los acuerdos comerciales no incluían capítulos ambientales. Sin embargo, Estados Unidos y Chile reconocieron que compartir políticas, estándares, tecnología y mejores prácticas era lo correcto para el medio ambiente y para el bienestar de nuestra gente.  Estoy segura de que el capítulo ambiental del TLC ha jugado un papel en brindar confianza a los inversionistas de que ambos países comparten la prioridad de proteger la naturaleza. 

Por supuesto, todavía caben mejoras. Un área del TLC que necesita más atención es la protección de la propiedad intelectual. Me comprometo a trabajar con el Gobierno de Chile para encontrar soluciones mutuamente beneficiosas a los problemas actuales de propiedad intelectual. Protecciones sólidas y ejecutables en propiedad intelectual dan confianza a los inversionistas extranjeros de que sus inventos e innovaciones estarán protegidos. 

Sin dudas, existen desafíos críticos más allá del TLC para una relación económica más amplia, que también merecen nuestra atención. 

Muchos países de la OCDE han adoptado o ampliado los mecanismos de selección de inversiones extranjeras que afectan la infraestructura crítica y a los sectores sensibles. Estados Unidos apoya estos esfuerzos, no solo porque son pasos prudentes para garantizar procesos transparentes y no discriminatorios, sino porque las empresas estadounidenses están comprometidas a cumplir con estos estándares más altos y competir en terrenos que aseguren un futuro mejor para nuestra gente y el mundo. Queremos trabajar con Chile en esto. 

Enfrentamos desafíos compartidos que afectan negativamente la confianza de los inversionistas, incluidas las organizaciones criminales transnacionales, el narcotráfico y los delitos cibernéticos. Estoy orgullosa de la asociación duradera y mutuamente beneficiosa entre los organismos encargados de hacer cumplir la ley de Estados Unidos y Chile para enfrentar estos problemas. A medida que continuamos abordando los desafíos de seguridad transnacional y las amenazas emergentes, esperamos que Chile continúe viendo a Estados Unidos como su socio más confiable. 

Así que esta noche, mientras celebramos todo lo que hemos logrado bajo nuestro Tratado de Libre Comercio y nos preparamos para las oportunidades y desafíos de los próximos 200 años, me enorgullece que Estados Unidos y Chile lo hagan como “Socios para un futuro mejor”.