Discurso sobre el Estado de la Unión está profundamente arraigado en la historia de EE.UU.

State of the Union Address
La tradición del discurso del Estado de la Unión se remonta a 1790.

Cuando el presidente Obama se dirija a otros líderes del gobierno federal el martes 28 de enero, estará cumpliendo con una obligación constitucional así como siguiendo una antigua tradición de los presidentes estadounidenses.

La Constitución de Estados Unidos le exige al Presidente que informe “de vez en cuando” al Congreso acerca del “estado de la Unión”. Este requisito constitucional ha evolucionado hasta convertirse en el discurso anual del presidente sobre el Estado de la Unión, que ahora tiene varios propósitos: en primer lugar, informa sobre la condición de Estados Unidos tanto a nivel nacional como internacional, pero también recomienda una agenda legislativa para el año que comienza y le da al Presidente la oportunidad de comunicar su visión para el país.

El éxito del Presidente en lograr su objetivo dependerá en gran medida de la habilidad con que pueda trabajar con el Congreso y de la eficacia con la que pueda superar la división partidista entre republicanos y demócratas, algo de lo que este presidente es plenamente consciente. En el Congreso 113º, el control de la Cámara de Representantes lo tiene el partido Republicano, mientras que el partido Demócrata sigue teniendo la mayoría de los escaños en el Senado.

HISTORIA DEL DISCURSO

La tradición del discurso del Estado de la Unión se remonta a 1790 cuando George Washington, el primer presidente de Estados Unidos, pronunció su “Mensaje anual” ante el Congreso en la ciudad de Nueva York, que entonces era la capital provisional de Estados Unidos. Su sucesor, John Adams, continuó con la tradición.

Sin embargo, el tercer presidente del país, Thomas Jefferson, consideró que semejantes discursos no eran adecuados para la nueva república democrática, de modo que preparó un mensaje por escrito en lugar de comparecer en persona. La influencia de Jefferson fue tal que durante más de un siglo después de su presidencia posteriores presidentes entregaban Mensajes anuales por escrito al Congreso.

En las primeras décadas de la república, la mayoría de estos comunicados eran listas de las propuestas de ley que el presidente deseaba que el Congreso aprobara, hecho que reflejaba el tenor de los tiempos y los problemas prácticos que entrañaba la consolidación del joven país. Los comentarios también abordaban la situación internacional y el lugar de Estados Unidos en el mundo.

Durante la crisis que, más que ninguna otra, amenazó la propia existencia de la Unión de los Estados Unidos ―la Guerra Civil― Abraham Lincoln escribió el que probablemente sea el mensaje presidencial más elocuente y memorable de todos los que se hayan enviado al Congreso.
“Al liberar a los esclavos, aseguramos la libertad de los libres — igualmente honorable en lo que otorgamos y lo que preservamos”, escribió Lincoln en 1862.

En 1913, Woodrow Wilson recuperó la tradición de pronunciar el mensaje anual en persona. Esta decisión se produjo en el momento oportuno, ya que Estados Unidos estaba en vísperas de una revolución de los medios de comunicación masivos que pronto introduciría a los presidentes en los hogares de los estadounidenses, primero por medio de la radio, y después por televisión.

Con la elección de Franklin Delano Roosevelt en 1932, la población estadounidense se se acostumbró a escuchar a sus presidentes en la radio así como a verlos y escucharlos en los informativos de noticias que se mostraban en los cines.

En 1945, el mensaje anual se convirtió formalmente en el discurso del Estado de la Unión. También se convirtió en una cita habitual en la televisión, así como la radio, al haber aumentado enormemente las ventas de aparatos de televisión en la década de 1950. En reconocimiento del poder de la televisión para hacer llegar las palabras del presidente a una gran audiencia, el presidente Lyndon Johnson cambió la hora del discurso de su tradicional hora del mediodía, a la noche, cuando más telespectadores podían verlo.

La tradición de la respuesta de la oposición comenzó en 1966, cuando dos congresistas republicanos, entre los que figuraba el futuro presidente Gerald Ford, pronunciaron la respuesta del Partido republicano tras el discurso del Estado de la Unión pronunciado por el presidente Johnson.