Traducción del articulo del Secretario de Estado John Kerry publicado en Medium https://goo.gl/oMCep1
Una de las ventajas de ser Secretario de Estado es poder tomar prestadas algunas de las increíbles obras de arte de la colección oficial del Departamento de Estado. Una de mis preferidas está colgada en la pared de mi oficina, en Foggy Bottom; una pintura del puerto de Boston, por el gran Robert Salmon. Fue pintada en la década de 1830, pero cada vez que la veo, está claro para mí que Salmon sentía el mismo amor y respeto por el mar, que yo y tantos otros, sentimos hoy, casi dos siglos después.
A muy temprana edad aprendí a admirar las maravillas del océano. Mi madre era descendiente de una larga línea de comerciantes marítimos, y mi padre era un apasionado hombre de mar que me llevaba en el barco desde que tenía tres años de edad. Con el tiempo, comprendí la importancia de proteger los mares, de forma que mis hijos y nietos puedan disfrutarlos y beneficiarse del mar abierto, tal como lo hizo Robert Salmon hace mucho tiempo, y como yo lo hago. La protección de nuestro océano fue una de mis grandes preocupaciones durante los 28 años que estuve en el Senado, y es sin duda una prioridad para mí hoy como Secretario de Estado.
El hecho es que, debe ser una prioridad para todos nosotros, porque el océano es el alma de nuestra Tierra.
Es responsable del ciclo de elementos como el agua, el carbono y los nutrientes a través de nuestro planeta, para que tengamos aire para respirar y agua para beber, y es el hogar de millones de especies. Proteger nuestro océano es un imperativo económico: en Estados Unidos, más fuentes de trabajo están vinculadas con la economía del océano -sectores como la pesca, el turismo y la recreación – que las que están relacionadas con las telecomunicaciones, la generación de energía eléctrica, y la construcción de viviendas, combinadas. Y un océano saludable es también una necesidad para la seguridad alimentaria mundial, ya que más de tres mil millones de personas dependen de la pesca como una fuente importante de proteínas.
Es por eso que el estado actual de nuestro océano es tan alarmante.
Durante las últimas décadas, la actividad humana ha dañado gravemente casi todos los aspectos del océano que compartimos.
Debido a la pesca no sostenible e ilegal, la sobrepesca afecta a casi el 30 por ciento de las poblaciones mundiales de peces. Toda una familia de peces que incluye especies como el atún y la caballa, pronto podrían ser completamente aniquiladas. Actualmente, las poblaciones de estas especies representan apenas una cuarta parte de lo que eran en 1970.
Debido a la pobre gestión de residuos y la limpieza ineficaz del océano, cada año al menos ocho millones de toneladas de residuos plásticos llegan al mar. En 1960, alrededor de un cinco por ciento de las aves marinas había ingerido desechos plásticos. En la actualidad, ese número ha aumentado a 90 por ciento. Si seguimos así, los investigadores estiman que para el año 2050, el 99 por ciento de todas las aves marinas tendrá desechos plásticos en sus organismos.
Por último, a causa de nuestra continua dependencia de fuentes de energía sucia, la química de nuestro océano está cambiando y rápidamente. Casi un tercio de los gases del efecto invernadero que sale de los tubos de escapes o chimeneas, terminan siendo absorbidos por el océano. De esta forma, cuando el dióxido de carbono se disuelve en el agua salada, se forma ácido carbónico. Como resultado, el océano se está acidificando 10 veces más rápido de lo que lo ha hecho en cualquier momento en los últimos 50 millones de años, atrofiando el crecimiento de moluscos, degradando los arrecifes de coral, y colocando en peligro a toda la red alimenticia marina. Si suena mal, es porque lo es. Pero también hay buenas noticias: aún no es demasiado tarde para cambiar el rumbo. Aún mejor: más y más personas en todo el mundo se están uniendo para hacer precisamente eso.
El año pasado convoqué a líderes gubernamentales, filántropos, científicos y líderes de la sociedad civil para la primera conferencia global “Our Ocean” (Nuestro Océano) en Washington, DC. A los que asistieron, les presenté el desafío de asegurarnos de que saldríamos de la conferencia con un plan para salvar el océano. Al final, no sólo teníamos un plan con una serie de pasos claros que necesitábamos tomar, pero también terminamos con $1.8 mil millones comprometidos para proteger el océano y adaptarse a un futuro cambiante, además del compromiso de gobiernos de todo el mundo para la protección formal de más de 4 millones de kilómetros cuadrados de océano; un área marítima más grande que Europa.
El año pasado hicimos progresos reales en muchos de los compromisos anunciados en Our Ocean 2014.
Gracias a la decisión del presidente Obama de ampliar el Monumento Nacional Marino de las Islas Remotas del Pacífico de los Estados Unidos, nos estamos acercando a nuestro objetivo de designar el 10 por ciento de las aguas oceánicas y costeras como Áreas Marinas Protegidas.
También hemos comenzado a desarrollar un sistema de seguimiento de peces y productos del mar, para detectar desde dónde, cuándo y a qué lugar ingresan en el mercado estadounidense. Piensen. Si los estadounidenses, podemos garantizar que nuestro gran mercado esté abierto únicamente a los peces y productos del mar capturados en forma legal y sostenible, podemos entonces tener una influencia positiva en las prácticas de pesca en gran parte del mundo, al igual que las etiquetas “seguro para los delfines” (dolphin-safe) en las latas de atún ayudaron a transformar la naturaleza de este tipo de pesca hace dos décadas.
Mientras tanto, también estamos trabajando en estrecha colaboración con nuestros socios internacionales para llegar a un acuerdo internacional ambicioso, duradero y global en las negociaciones climáticas de la ONU, para fin de este año. Enfrentar el cambio climático no sólo ayudará en la protección contra los fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes que pueden destruir comunidades costeras de un momento a otro, la reducción de emisiones de carbono también ayudará a reducir la tasa de acidificación de los océanos y proteger los mariscos, los arrecifes de coral y ecosistemas enteros en aguas que resultan cada vez más inhabitables.
Pero nuestro trabajo apenas comienza, y la cooperación mundial es más importante que nunca. Es por eso que estoy tan contento de que Chile haya convocado a la segunda conferencia “Our Ocean”, los días 5 y 6 de octubre en Valparaíso. La conferencia del año pasado ayudó a lanzar una ola de acción en todo el mundo, y estoy seguro de que la de este año hará lo mismo. Espero ver a algunos de ustedes en Chile, pero si no pueden acompañarnos, eso no quiere decir que no podrán asistir. La mayor parte de la conferencia será transmitida en vivo a través de Internet, de forma que podrán seguirla a través de www.state.gov y compartir su puntos de vista en las redes sociales utilizando la etiqueta #OurOcean2015.
No existe ni una sola persona en la Tierra, cuya vida no se vea afectada diariamente por el océano que compartimos. Y no seremos capaces de revertir las tendencias desastrosas que hemos visto en las últimas décadas, a menos que todos reconozcamos lo que está en juego. Ningún gobierno, científico, emprendedor, o activista puede hacer el trabajo solo; se necesita de todos para salvar a nuestro océano. Entonces, ¿qué estamos esperando? Asumamos nuestra responsabilidad y pongámonos a trabajar.