
Durante el verano del año de la elección presidencial, los republicanos y los demócratas realizan convenciones nacionales separadas en las que adoptan una “plataforma” de políticas y nominan a los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de sus respectivos partidos. Hoy en día, solo se necesita la mayoría simple de los votos de los delegados a la convención para ganar la nominación. En otros tiempos, las convenciones eran eventos emocionantes con resultados inciertos y en las que había candidatos que surgían y desaparecían en cada papeleta.
Algunas negociaciones se llevaban a cabo en cuartos de hotel “llenos de humo” en los que los líderes de los partidos fumaban cigarros y cigarrillos mientras llegaban a acuerdos para asegurar que su candidato favorito tuviera garantizado el numero de votos de los delegados necesario.
Este video explica de manera fácil y entretenida el largo recorrido a la Casa Blanca:
Hoy en día el proceso es más transparente y desde hace por lo menos 60 años se sabe quiénes serán los candidatos presidenciales de cada partido, incluso antes de que comience la convención. Cada estado (más el Distrito de Columbia y varios territorios estadounidenses) tiene un número asignado de delegados que normalmente se determina en función de la población del estado pero que se ajusta mediante una fórmula que otorga peso a factores tales como si el estado votó por el candidato del partido en la elección presidencial anterior.
La mayoría de los delegados se “compromete” a apoyar a un candidato en particular, por lo menos en la primera ronda, y desde hace muchos años ninguna convención ha necesitado más de una ronda para nominar a su candidato presidencial.