
Las elecciones de mitad de término, así llamadas porque se realizan en los años pares en la mitad de un mandato presidencial, deciden qué partido político controlará las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos durante los dos años siguientes.
Esta oportunidad permite a los encuestadores y observadores políticos considerar los resultados como un referendo acerca de las políticas del actual presidente, pero esta interpretación limitada puede significar una distracción respecto a su verdadera importancia.
Tal como en las elecciones generales, en las cuales la competencia por la presidencia de la nación se decide en las urnas, el día de la votación es el martes después del primer lunes de noviembre. En la mayoría de los estados, los ciudadanos también tienen la opción de votar por anticipado, ya sea en persona, por correo, o por Internet.
Al elegir un nuevo congreso cada dos años, los votantes estadounidenses deciden quién hablará por ellos al momento de debatir las leyes, determinar los gastos del gobierno y supervisar las actividades del poder ejecutivo. En las elecciones de mitad de término, se decide quién ocupará cada uno de los 435 escaños de la Cámara de Diputados, tal como lo ha expresado la voluntad popular en las urnas. Simultáneamente se elige aproximadamente un tercio del Senado, si bien ese número puede variar porque los senadores a veces se retiran o fallecen en la mitad de su término.
No es inusual que las elecciones nacionales resulten en un gobierno “dividido” en Washington, con uno de los partidos políticos en control de la Casa Blanca y el otro en control de una o ambas cámaras del Congreso. Tal situación puede hacer más difícil la aprobación de las leyes pero, por el contrario, puede forzar mayor consenso a fin de evitar el estancamiento político.
Los estadounidenses parecen muy conformes con los gobiernos divididos tal vez porque desconfían de otorgar poderes demasiado amplios al gobierno federal. Desde 1968, sólo durante la presidencia de Jimmy Carter y los dos primeros años de la presidencia de Bill Clinton, el mismo partido ha controlado el poder ejecutivo y el legislativo.
En todas las elecciones nacionales, muchos factores afectan la decisión de los votantes. El estado de la economía es generalmente la mayor preocupación, por lo que se dice que “los estadounidenses votan con el bolsillo”. Una economía nacional saludable, o por lo menos una economía que parezca estar mejorando, tiende a favorecer a los candidatos que están en el poder. En otras palabras, si los votantes se sienten económicamente seguros, tienden a reelegir a los que están en ese momento en el poder.
La concurrencia a las urnas en las elecciones de mitad de término tiende a ser menor que en las elecciones generales.
Los “independientes” — votantes no afiliados ni al partido Demócrata ni al Republicano — son un creciente componente del electorado, pero la lealtad partidaria no motiva a esos votantes, y estos tienden a estar menos influenciados por los esfuerzos de los partidos para conseguir que “todos salgan a votar“.
También, el crecimiento del “Tea Party”, que está a favor de limitar el poder del gobierno y reducir los gastos, podría crear un cisma en el partido Republicano en algunos distritos. Datos sobre elecciones recientes parecen indicar que una lucha encarnizada en las primarias descorazona a los votantes que apoyaban a los candidatos perdedores, y los impulsa a no salir a votar.
Las elecciones de mitad de término también padecen de la llamada “brecha en el entusiasmo”. El gran interés de los votantes en las elecciones presidenciales no se prolonga hasta las elecciones de mitad de término.
Elecciones Estatales y Locales
Las elecciones al Congreso constituyen una pequeña fracción del número total de puestos políticos que se cubrirán en una elección de mitad de término.
A nivel estatal, los votantes eligen 36 gobernadores y cientos de legisladores estatales. Los votantes también seleccionan cargos locales, tales como los ejecutivos de los condados, alcaldes y miembros de los concejos municipales. En muchas jurisdicciones se eligen también fiscales generales, tesoreros, contralores e incluso jueces.
Los ganadores en estas elecciones locales, si bien no tienen el prestigio e importancia nacional de los que sirven en el Congreso, afectan en mayor medida la vida cotidiana de sus votantes durante el desempeño de sus funciones, y muchos de ellos trabajan por un pequeño salario e incluso sin recibir pago.
Desde los servicios de emergencia, tales como policía y bomberos, hasta las tareas más mundanas como la recolección de basura y el mantenimiento de las carreteras, los gobiernos locales constituyen la primera plana del gobierno de los Estados Unidos y tal vez sean el mejor ejemplo de la democracia estadounidense en acción.